Con el paso de los años la humedad fue entrando dentro de los patos por un pequeño orificio situado en la parte inferior, lo cual fue provocando irremediablemente que el moho criase a su anchas en el interior de los mismos.

El moho a la larga era visible a través de la goma amarilla dotando al adorno de un aspecto sucio y abandonado que resultaba desagradable.
Hoy por la mañana y tras darme una relajante ducha he mirado a los patos y en un arrebato irreflexivo los he tirado a la basura sin ningún miramiento, como si de un trasto viejo se tratase, como si no hubieran estado allí durante tanto tiempo.
Es por esto que subo esta entrada al blog en honor a aquel adorno que tanto decoró el excusado de mi humilde morada.